viernes, 30 de enero de 2009

El faro de Alejandría

El faro de Alejandría

El faro de Alejandría fue una torre construida en el Siglo III AC (entre los años 285 y 247 AC) en la isla de Pharos en Alejandría, Egipto para servir como punto de referencia del puerto y luego como faro. Fue una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Con una altura estimada en unos 115 y 150 metros (383 - 450 pies) fue una de las estructuras hechas por el hombre más altas por muchos siglos, y fue identificada como una de las Siete Maravillas del Mundo por Antípatro de Sidó
n. Fue construido por el arquitecto Sóstrato de Cnido por orden de Ptolomeo II en la isla de Faro (Pharos), frente a Alejandría.
Consistía en una gigantesca torre sobre la que una hoguera nocturna marcaba la posición de la ciudad a los navegantes, dado que la costa en la zona del delta del Nilo es muy llana y se carecía, por tanto, de cualquier referencia para la navegación.
Su altura alcanzaba los 134 metros y en su construcción se utilizaron grandes bloques de vidrio que fueron situados en los cimientos para evitar la erosión y aumentar la resistencia contra la fuerza del mar.

El edificio, erigido sobre una plataforma de base cuadrada, era de forma octogonal y estaba construido con bloques de mármol ensamblados con plomo fundido. En la parte más alta un gran espejo metálico reflejaba la luz del sol durante el día, y por la noche proyectaba la luminosidad de una gran hoguera a una distancia de hasta cincuenta kilómetros.
Pharos dio origen a la palabra «faro» en la mayor parte de lenguas romances: castellano (faro), catalán (far), francés (phare), gallego (faro), italiano (faro), portugués (farol) y rumano (far).

Existen gran número de representaciones a lo largo de la historia del Faro de Alejandría. Aquí en dos monedas acuñadas en la época de Antonino Pió y Cómodo.


viernes, 23 de enero de 2009

Cataratas del Niagara

Cataratas del Niágara


Las cataratas del Niágara son un pequeño grupo de grandes cascadas situadas en el río Niágara en la zona oriental de América del Norte, en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. Situada aproximadamente 236 metros sobre el nivel del mar; su caída es de aproximadamente 100 metros.

Comprenden tres cataratas: Las «cataratas canadienses» (Ontario), las «lupas americanas» (Nueva York) y las más pequeñas, las «cataratas Velo de Novia». Aunque no tienen una gran altura, son muy amplias, y son las más voluminosas de América del Norte, por pasar por ellas toda el agua de los Grandes Lagos.

Desde que fueron descubiertas por los colonizadores europeos se han hecho muy populares, no sólo por su belleza sino también por ser una fuente de energía y un desafiante proyecto de conservación medioambiental. Son un sitio de turismo compartido por las ciudades de Niagara Falls (Nueva York) y Niagara Falls (Ontario).

Origen
Las raíces históricas de las cataratas del Niágara se encuentran en la glaciación, la cual culminó hace unos 10.000 años. Tanto la región de los Grandes Lagos de Norteamérica como el Río Niágara son efectos de esta glaciación continental. Fue un enorme glaciar que avanzó sobre el área oriental de Canadá como una gran excavadora moliendo rocas y suelo, removiéndolos y profundizando algunos canales de ríos hasta convertirlos en lagos. De esta manera, aquel pequeño río se convirtió en las cataratas más conocidas del mundo.

Visitando las cataratas
Las cataratas del Niágara de noche se admiran más desde el lado canadiense, pues luces artificiales iluminan ambos lados durante varias horas después del ocaso.
Vista debajo de las cataratas

En el lado estadounidense, Cueva de los Vientos conduce a los excursionistas a un punto debajo de la caída de agua Velo de Novia. El Niagara Scenic Trolley ofrece viajes guiados a través de las cataratas estadounidenses.

En el lado canadiense, el Parque Reina Victoria posee plataformas que ofrecen una espectacular vista a las cataratas estadounidenses y canadienses. También hay senderos que conducen a observatorios que producen la ilusión de estar bajo las cataratas. La cubierta de observación cercana a la Torre Skylon ofrece la vista más elevada sobre las cataratas y, hacia el otro lado, unas espectaculares vistas de la gran ciudad de Toronto.
Las cataratas del Niágara, de noche

Junto con la Konica Minolta Tower, es una de las dos torres en Canadá con vista a las cataratas.

En el río Niágara, la empresa Niagara River Recreational Trail recorre 32 kilómetros, desde el fuerte Erie hasta el fuerte George, e incluye muchos sitios históricos relacionados con la Guerra de 1812. Los cruceros Maid of the Mist llevan pasajeros por debajo de las cataratas desde 1846. El Spanish Aerocar, construido en 1916 a partir del diseño del ingeniero español Leonardo Torres Quevedo es un cablecarril que lleva pasajeros desde el lado canadiense hasta debajo de las cataratas.

viernes, 16 de enero de 2009

Taj Mahal

Taj Mahal


El Taj Mahal es un complejo de edificios construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, en India, a orillas del río Yamuna, por el emperador musulmán Sha Jahan de la dinastía mogol.

Es considerado el más bello ejemplo de arquitectura mogola, estilo que combina elementos de la arquitectura islámica, persa, india e incluso turca. El monumento ha logrado especial notoriedad por el carácter romántico de su inspiración. Aunque el mausoleo cubierto por la cúpula de mármol blanco es la parte más conocida, el Taj Mahal es un conjunto de edificios integrados.

En 1983, fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y además fue nombrado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.

Origen

El emperador Sha Jahan hizo este conjunto ya que una de sus esposas Mumtaz Mahal dio a luz catorce hijos, pero falleció en el último parto y el emperador, desconsolado, inició casi enseguida la construcción del Taj como ofrenda póstuma. Los detalles del edificio muestran su naturaleza romántica.

El explorador francés François Bernier realizó el siguiente retrato del Taj Mahal:

«(...) Completaré esta carta con una descripción de los dos maravillosos mausoleos que otorgan total superioridad a Agra sobre Delhi. Uno de ellos fue erigido por Jehan-guyre (sic) en honor de su padre Ekbar, y Chah-Jehan levantó el otro, de extraordinaria y celebrada belleza, en memoria de su esposa Tage Mehale, de quien se dice que su esposo estaba tan enamorado que le fue fiel toda su vida y a su muerte quedó tan afectado que no tardó mucho en seguirla a la tumba».

Historia

Lloraba un alma enamorada
lágrimas, dolor, pena, llanto
un corazón entona su triste canto
una mano, cansada, tras su ventana cerrada

Allí desde su palacio, desde su ventana
admira aquella lágrima blanca
poesía hecha arte, arte que la pasión arranca
para ti, mi amada, mi esposa, mi alma hermana

… y es que el Taj Mahal es eso: poesía hecha arte, un canto al amor, una obra sublime que sólo un alma enamorada sería capaz de ofrecer al mundo. Allí, justo sobre el pórtico de entrada, se pueden leer unos versos del Corán que describen el paraíso, que te dan una idea de lo que nos vamos a encontrar y de lo que vamos a sentir; como palabras mágicas, aquel portón de bronce nos descubrirá un “palacio de perlas rodeado de jardines”.

No hay nada más profundo para cualquier viajero que sentarse en uno de los bancos que hay por todo el Jardín del Paraíso y admirar la silueta del impresionante Mausoleo recortada sobre un cielo limpio, que poco a poco se tiñe de rosa al caer la noche, mientras de fondo, en las afueras del Templo, en la ciudad, en Agra, una pequeña localidad situada al norte de la India, en el Estado de Uttar Pradesh, oímos los cánticos y las oraciones propias de estas gentes. Y así, mientras admiramos la soberbia perfección de todo el conjunto; su simetría; los estanques que, como una llave dorada y perfecta, abren el camino hacia el templo de mármol, entre flores de lotos que flotan sobre sus aguas, nuestra mente vaga absorta, solitaria, olvidada de tanto turista como nos rodea, y rememoramos casi con lágrimas en los ojos la triste historia del emperador Sha Jahan.


Sha Jahan conoció a su amada Arjumand en un bazar donde ésta vendía cristales. Admirado por su belleza no fue capaz de dirigirle la palabra en un primer momento; perseguidos por los ejércitos de su padre, el Emperador, por culpa de esa relación, tras dos esposas y cinco años desde aquel primer encuentro, se unieron en matrimonio. Arjumand pasó a ser conocida como Mumtaz Mahal, “la elegida del palacio”. Durante años fueron una pareja enamorada, que vivían el uno por el otro; ella era su acompañante fiel en todas sus campañas; él la colmaba de regalos, de detalles, de flores, de diamantes. Tras la muerte del emperador Jehangir, Sha Jahan ocupó el trono. Dos años más tarde, en 1630, sobrevino la tragedia…

Allí, sentado en aquel banco, con los últimos rayos de sol reflejándose en aquella obra de arte, mientras mi mirada se dirigía hacia la silueta que se perfilaba en las aguas del estanque, me imaginé la secuencia final… en plena campaña militar en Burhanpur, al nuevo emperador le avisaron de que el 13º parto de su esposa se complicaba. Sha Jahan corría desesperado hacia su tienda, con el tiempo justo de cogerle la mano y darle su último adiós. El emperador ya no volvió a ser el mismo. Se recluyó en el Fuerte Rojo, en la orilla izquierda del rio Yamuna, y allí pasó, encerrado por su hijo, los últimos años de su vida, abandonando el Imperio en manos de sus sucesores. Frente al Fuerte, visible desde todas sus ventanas, y al otro lado del río, mandó construir el más impresionante Mausoleo que jamás mente humana pudiera concebir. Los mejores constructores, los mejores obreros, las mejores joyas, las mejores piedras… todo era poco para el lugar de reposo de su amada; incluso, se desvió el Yamuna para que el Taj Mahal pudiera reflejarse en sus aguas. Y allí, tras dos décadas de construcción, en el 1648, fue enterrada su amada Mumtaz Mahal. Y allí, junto a ella, fue enterrado años después el propio emperador para que reposaran siempre juntos eternamente.

Despacio, triste por un lado, impresionado por el otro, alegre por cumplir el sueño de cualquier viajero, paseé por sus jardines, tan simétricos, tan coloridos, tan naturales. Como si de un manjar se tratara, dejé para el final aquella obra de arte. Y allí, tras subir los primeros escalones de acceso, ya de cerca, el Mausoleo se hizo más inmenso, más impresionante. Algo que te atrae, una fuerza que te lleva a querer tocar con tu propia mano el mármol y descubrir que no es un sueño ni un espejismo. Y sobrecogido admiras las muchas joyas que se encuentran incrustadas en su fachada: lapislázuli, jaspe, malaquitas, turquesas, cornalinas… En su interior, desgraciadamente, la verdadera cámara donde yacen ambos, no es visitable; sólo se pude visitar una primera cámara funeraria, muy grande, con cristaleras que juegan con los colores de los rayos de sol que por ella entran. Dentro, la visita es corta, y es que el sueño verdadero, la imagen que siempre recordaremos está en el exterior… lentamente dirijo mis pasos hacia las afueras del conjunto, bordeando el estanque… allí al final del estanque, giro mi mirada atrás y dedico aquellos últimos minutos a admirar el Taj Mahal una vez más… a ver como el sol empieza a ocultarse tras su cúpula, tras sus torres…